Cabrones!

Cabrones!


Se fue de Boca. ¡Uy Curuju!





Poco afortunadas, por decir lo menos, fueron las declaraciones del líder nacionalista Ollanta Humala al referirise a Fujimori y a Alan García −dicho sea de paso ellos tampoco son de mi simpatía− pero, si eres un político y pretendes hacer campaña es, como mínimo, poco inteligente andar ‘cabroneado’ alegremente a quien no te gusta o a otros políticos, por más que te sientas en la razón (o la tengas).

Creo −al igual que Humala− que fue ‘poco digno’ el irse a Colombia o Japón (y tonto el regresar a Perú en le caso de ‘alguno’), pero si fuera a hacer campaña no me creo más enemigos de los que ya tengo. Además, con estas declaraciones se le da pie a gente como la gentil señora ‘Hildebrandt’ para que, no sin argumentos, te meta cabe y maletee.

“Solamente los que han estado en la guerra saben cómo es una guerra y yo he defendido a mi Perú con honor, no he violado derechos humanos. Por eso ahora yo tengo libertad porque yo no me escapé a Japón como el ‘cabrón’ de Fujimori ni fui a Colombia como el otro ‘cabrón’ de García. Yo me quedé en el Perú” (Ollanta Humala. Espinar, Cusco 22 sep. 2009)

¿Pero qué es un cabrón en Perú? A mí me parece que un ‘cabrón’ es un cabro grande (vale decir un gran, ya saben…). Esta es una palabra un tanto alienada traída de moda por las series y culebrones españoles, y que no viene al caso en el argot peruano; quizá Humala quiso decirles ‘maricones’ por irse del Perú. Sería interesante −aunque dudo que lo haga− que nos diga qué trató de decir. Ahora, según la Real Academia Española quiere decir: 1. Dicho de una persona, de un animal o de una cosa: Que hace malas pasadas o resulta molesto; y 2. Se dice del hombre al que su mujer es infiel, y en especial si lo consiente; y hay, además, otras seis definiciones más sobre lo mismo. ¡Qué rico es el castellano!

Si lo vemos lejos de apasionamientos quizá Humala no haya estado tan lejos de la realidad, si tomamos en cuenta que estos señores nos han jugado algunas malas pasadas, por más que tengan una legión de seguidores convencidos de inocencias y buenos gobiernos. No todos podemos pensar igual; y justo de eso se trata la pluralidad y la democracia: del respeto de ideas; y (OJO) del respeto al otro; aunque sea en público, por favor. Ya en lo privado es otra cosa. Al tachar así a estos señores ex presidentes (y presidente) uno sólo se crea mala imagen, por más que haya gente que concuerde con uno se termina, también, siendo tildado -merecidamente o no- de otras cosas: cachaco, ignorante, procaz, etc. Uno es esclavo de sus palabras y debe de medir (y calcular) lo que dice si quiere insertarse dentro del ‘negocio’ político.




Obtenido de http://peruesbabel.wordpress.com/

Muchas gracias

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